Sobre los destinos turísticos inteligentes: ¿hacia dónde vamos?


Los destinos turísticos inteligentes están de moda. Y mucho. Todo el mundo habla de ello. Todo el mundo quiere serlo. La ola empieza a subir. Aunque, mientras tanto, algunos llevamos un tiempo intentando surfearla, a sabiendas de que bajará y será necesario haber marcado un camino para que el esfuerzo realizado no quede en vano.

Porque de eso se trata. Ser un destino inteligente no es un fin en sí mismo. Es un camino a recorrer. Un nuevo estadio en la evolución de los destinos que obliga a repensar el qué, cómo y con qué se han planificado y gestionado los destinos. Y en un contexto tan tecnológico, avanzado, cambiante y exigente como el actual (y futuro), es obligatorio replantearse las estrategias de los destinos para garantizar su supervivencia en su máxima concepción, es decir territorial, social y de mercado.

La gestión inteligente tiene múltiples derivadas difíciles de afrontar en su conjunto, al menos para la mayoría de los destinos. Pero ello no implica que un destino no pueda iniciar su camino hacia un nuevo modelo de gestión y planificación en clave inteligente. Ser o no inteligente es, en el fondo, lo de menos. Lo relevante es ser capaces de incorporar, de manera paulatina, medidas, herramientas y códigos de gestión distintos a los utilizados hasta el momento, obviamente apoyados en la tecnología y en la innovación en su sentido más amplio, que permitan al destino caminar en esta nueva fase de desarrollo.

Los planes de excelencia, de competitividad, de dinamización, de gobernanza, son todos ellos necesarios, compatibles y complementarios con un modelo de gestión inteligente. Pero, en cualquier caso, deben ayudar a los destinos a mirar hacia dicho horizonte, facilitar el camino y garantizar su evolución.

No son muchos los destinos que han entendido la necesidad de este giro en su modelo. Si nos fijamos en el ámbito autonómico, sólo cuatro comunidades autónomas cuentan con estrategia o acciones iniciadas para la reorientación de su modelo turístico en clave inteligente. Y si trasladamos el análisis al ámbito de las ciudades, nos encontramos que entre las principales tan sólo seis cuentan con una estrategia de destino inteligente o referencias a ello en sus documentos estratégicos más recientes.

Sintomático, o no, de que estamos en una fase emergente, lo cierto es que tenemos la tarea nada fácil de aterrizar al máximo las implicaciones y el alcance del paradigma de los destinos turísticos inteligentes, de separar el grano de la paja y de acompañar a los destinos que miran hacia el futuro, hacia su sostenibilidad (social, económica y ambiental), su accesibilidad, su gobernanza, su adaptación al cliente y su ciudadanía. Y en ello andamos.


Fuente: publicado inicialmente en la web del Invat·tur

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