Los sueños, sueños son...por desgracia

Mi gran amigo Germán publicaba la semana pasada en su blog, Un refugio en las palabras, una más de sus reflexiones ya famosas y queridas por sus fieles seguidores, entre los que Lola y yo nos incluimos, esta vez sobre los sueños...
...y claro, teniendo en cuenta que los sueños permanecen en nosotros y resisten a las desilusiones de la vida, y que además desde que Lola se empeñó en conocer más sobre la interpretación de los sueños es un tema del que hablamos de vez en cuando...
...así que aunque discrepo en algunas cosas del artículo de Germán (jeje), creo no puedo dejar de compartirlo de vosotros...
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Del inconsciente del individuo nacen los peores temores, las mejores sensaciones, los instintos mas primitivos, las ideas mas genuinas. Conceptos que se escapan cuando se abren los ojos y la conciencia.
Los sueños son indomables, no obedecen a leyes o normas y pasan por nuestra vida desapercibidos, llegando incluso a ser olvidados con una prontitud ofensiva; y por mucho que lo deseemos o muramos en el intento jamás podremos domesticarlos.
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Te ofrecen la posibilidad de atravesar el cielo mirando por encima de los hombros a las propias nubes, mofándote de la vida insignificante de quien debe resignarse a deambular con los pies en la tierra, mientras que tu emulas a Peter Pan sin la ayuda de campanilla y animado por la mismísima brisa de viento que atraviesas veloz, arqueas el cuerpo y comienzas a subir y a subir, con la intención de sentarte en el regazo de la luna. Pero cuando la luna está a tu altura quieres más y continuas subiendo, alargando el cuello como si aquello implicara mas velocidad y cuando por fin atraviesas a Ozonósfera y vislumbras el resto de los planetas, empiezas a notar que falta el aire, que se nubla la vista y de repente un sonido ensordecedor te devuelve a la tierra y te descubres en tu cama refunfuñando porque es la hora de ir a donde quieras ir pero esta vez, sin mirar insultantemente a las nubes, si no, resignándote a caminar pegado al asfalto.
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Te regalan la ocasión de poder decir todo aquello que nunca consigues expresar. Dándote la seguridad de ser tu quien controla la situación y decidido te acercas a la persona que tanto amas en silencio y te declaras sin miedo, sin tapujos, con la claridad de un poeta, utilizando las palabras precisas en el tono correcto y al finalizar ella abrumada no puede evitar la tentación de confesarte que también te amaba en silencio. Por desgracia no te ofrecen la oportunidad de apuntar en un papel cada palabra que dijiste y al pestañear incrédulo todo el romanticismo desapareció con los primeros rayos de luz. Piensas que quizás, si volvieras a dormirte recuperarías aquel sueño justo en el momento en que ibas a besarla, pero no, y eso aun frustra más.
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Te brindan la oportunidad de volver a ver una vez más a los que ya no están y volver a reír y hablar como si hubieran conseguido escapar de aquel jardín de cipreses. Pero cuando los gallos ejercen su papel, lo único que queda es una lagrima que se abre camino entre las legañas recién rotas.
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Personalmente envidio a quien afirma que no sueña, aunque a ellos les frustre no recordar los sueños. Anoche yo soñé con un relato digno de escribir y leer pero hoy es esta manuscrito pobre que os ofrezco lo único que salió de mis dedos; soñé que conducía el coche que quiero y hoy fui a trabajar con el que tengo y soñé que estaba durmiendo con aquella niña y otra vez me desperté y soñare solo.

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