La columna de los sábados

Glasgow Rangers Vs. Ciudadanos de Barcelona
Del 5 al 7 de noviembre cerca de 20.000 seguidores del Glasgow Rangers ocuparon la ciudad de Barcelona para acompañar a su equipo en el partido de Champions que jugaron contra el Barça. Seguro que la mayoría está al corriente, por la televisión y los periódicos, de los efectos que produjo en la Ciudad Condal la masiva invasión: disturbios, varios heridos, destrozo de mobiliario urbano, vómitos, orines, hurtos… Durante 2 días, miles de hooligans convirtieron los alrededores de la Plaça Catalunya y de Las Ramblas en un continuo after hours ante la perplejidad de los barceloneses, que veían como los hinchas escoceses campaban a sus anchas sin que la Guardia Urbana hiciera nada por evitarlo.
Una de las cuestiones que más descontento ha creado en la ciudadanía es el hecho de que el Ayuntamiento decidiera no aplicar la recientemente aprobada Ordenanza contra el incivismo por miedo a no poder controlar la reacción de los ultras escoceses. Los propios ciudadanos no acaban de entender la incapacidad de la ciudad que permite que miles de incontrolados ocupen y siembren el caos en pleno centro, dando la imagen de ciudad sitiada a la que cualquiera puede venir a comportarse como un energúmeno.
Días después, pasada la tormenta, el Ayuntamiento entonó el mea culpa y anunció que está preparando un protocolo de actuación que permitirá minimizar los conflictos que generan este tipo de “turistas”. Y es que estas estampas empiezan a ser cada vez más comunes en varias ciudades europeas en las que aterrizan miles de hinchas siguiendo a su equipo como excusa para pasárselo bien, y no necesariamente para ver el partido en directo.
Es importante que la ciudad haya sabido reaccionar a tiempo para intentar evitar situaciones similares en el futuro, básicamente por dos motivos:
  1. La propia imagen de la ciudad podría resentirse si se instala la idea de Barcelona como espacio permisivo con las conductas incívicas, más aún cuando este año el Ayuntamiento la está promocionando como destino de eventos deportivos mediante la puesta en marcha del Año del Deporte.
  2. La paciencia de los ciudadanos, bastante mermada ante algunos daños colaterales de la masiva afluencia turística, acabaría por desbordarse. Conviene no forzar la máquina.

Por mi parte, aplaudo la decisión del Ayuntamiento. La idea del protocolo es buena, aunque aún tendrá que acabar de desarrollarse y, por supuesto, ponerse a prueba ante el próximo evento que pueda servir de reclamo de miles de hooligans ávidos de juerga. Estaremos atentos.

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